Bell existe para inspirar y hacer realidad los sueños de todos aquellos que quieren superar los límites tradicionales del ciclismo. Fundada por Roy Ritcher en los años 50 en California, durante el auge del automovilismo y los coches de carrera "hot rod", Bell siempre se ha anticipado a las necesidades de los hambrientos de velocidad. La gente quería velocidad: Ritcher fundó el primer "speed shop" con piezas de automóviles de alto rendimiento. La gente quería correr: Ritcher empezó a construir coches de carreras. Y cuando empezó a surgir el lado más trágico de la velocidad, Ritcher no se quedó de brazos cruzados, sino que fundó Bell Helmets. El propósito de Bell es celebrar la utilidad, manteniendo la autenticidad del producto y compartiendo la energía del deporte con el mundo. Cada producto de Bell está diseñado para satisfacer mejor las necesidades de quienes quieren sentirse más seguros, sin perderse en adornos innecesarios. La estética y la practicidad Bell son tan cautivadoras como el diseño y la utilidad de un caza militar o un coche de carreras: diseñadas con la funcionalidad como prioridad, más que con la apariencia, su belleza reside en su eficacia. Bell crea productos esenciales, hechos para ser utilizados. Bell nace en un garaje, ha crecido entre grasa de motor y fuerza de voluntad, impulsada por la intención de animar al mundo a vivir, montar y triunfar, Bell, junto con los mejores ciclistas del mundo, sigue, como siempre, haciendo que el público en general viva y rinda al máximo.