Tanto en verano como en invierno es importante proteger la cabeza de las temperaturas extremadamente altas o bajas para mantener un confort adecuado. Cuando el termómetro se dispara, el sudor se convierte en un compañero molesto, especialmente cuando se va en salida: en estos casos, una gorra ligera bajo casco o una bandana se convierten en el arma perfecta para olvidar la mala sensación de humedad y la necesidad de secarse el sudor continuamente con el brazo. En invierno, por el contrario, debemos preservar por más tiempo la mayor cantidad posible del calor producido por la piel y por este motivo debemos proteger las extremidades que son sensibles al frío y se enfrían más rápidamente - oídos y nariz - con bandas, bragas térmicas o gorros, elaborados con materiales cálidos, transpirables y ligeros, evitando que sea incómodo mientras viajamos en nuestra bici. Para un frío más intenso se recomiendan los clásicos pasamontañas, los más completos para afrontar las condiciones más extremas de frío, viento y agua.