Seguramente a todo el mundo le ha pasado: tener unas ganas irrefrenables de salir a rodar al aire libre, llegar a casa, cambiarse deprisa y corriendo, ponerse las zapatillas y nada más abrir el garaje encontrarse con la desagradable sorpresa de que la bici tiene una rueda pinchada. Aquí poco se puede hacer, hay que desmontar la llanta y sustituir la cámara por una nueva. Muy a menudo este componente se descuida y se considera un adorno, cuando en realidad la fiabilidad de nuestra bici está estrechamente ligada a su calidad y rendimiento, permitiéndonos seguir conduciendo sin problemas u obligándonos a realizar una desagradable intervención de emergencia en la carretera. Para evitar estos percances y garantizar la máxima robustez, existen cámaras de látex, con perfiles especialmente diseñados a prueba de pinchazos o incluso con líquidos selladores en su interior, que son capaces de hacer frente a pequeños pinchazos y pellizcos de forma autónoma. Quienes requieran una ligereza extrema deben dirigir su atención a las líneas superlight, desarrolladas por casi todas las marcas más famosas, que combinan una discreta resistencia con paredes ultrafinas y ligeras. Además, para los ciclistas ocasionales que no requieren un rendimiento perfecto, existe una amplia gama de productos tradicionales de butilo que satisfacen todos los requisitos posibles en cuanto a tamaño, longitud y tipo de válvula.